Sus hombres estaban fuertemente armados, pero la multitud no, que se encontraba furiosa. Ante la tensión del momento, el comandante dudó que una medida violenta contra ellos fuera en este caso la solución. Al contrario, llegó a pensar que inflamaría y empeoraría más la situación, pudiendo producir una auténtica masacre.
Aparentemente sólo cabían dos posibilidades: disparar contra la multitud o desobedecer las órdenes…
En un rápido ejercicio de inteligencia y rapidez de decisión, el comandante desenvainó su espada y gritó con todas sus fuerzas:
“Señoras y señores, tengo órdenes de disparar contra los insurrectos. Pero como yo veo un gran número de ciudadanos honestos y respetables ante mí, pido que salgan de la plaza para que pueda disparar con seguridad a los insurrectos”
La plaza quedó vacía en pocos minutos.
Por Guillermo
Archivado en la Sección: MiniFichas
Fuentes:
- Change: Principles of Problem Formation and Problem Resolution, de Paul Watzlawick
- Moral Calculations: Game Theory, Logic, and Human Frailty, de Laszlo Mero.
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Brutal!
ResponderEliminarBuenísima historia, y una rapidez de pensamiento que ya podían tener al menos los estadistas