La idea de Stalin era que, ante la falta de suministros, pronto se rendirían y aceptarían registrarse en la administración de racionamiento de Berlín Oriental, consintiendo así, tácitamente, formar parte de la zona comunista de Alemania.
Los aliados occidentales idearon entonces un arriesgado plan: abastecer la ciudad por vía aérea, a razón de unas cuatro mil toneladas de suministros al día, algo que, en principio se presentaba como imposible.
Por Guillermo
Pero, al cabo de unos meses, Berlín recibía una media de novecientos vuelos cada día (llegando a alcanzar 1.400 vuelos diarios), que la abastecían con más de nueve mil toneladas diarias de bienes.
Muchos de esos vuelos aterrizaban en el aeropuerto Tempelhof, en el sector norteamericano de Berlín.
Precisamente en las pistas de aquel aeropuerto se encontraba un día de julio de 1948 el piloto norteamericano Gail Halvorsen, tras uno de estos vuelos del puente aéreo.
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Al final de la pista, al otro lado de la alambrada, unos niños miraban los aviones que aterrizaban con los suministros.
Gail se acercó a la alambrada y sacó dos chicles, los partió por la mitad y pasó los cuatro trozos a través del alambre de púas.
No hubo pelea. Los niños que recibieron los trozos se lo pasaron a los demás, y éstos a otros, y a otros... tan solo para olerlos.
Gail quedó impresionado y prometió a los niños que al día siguiente volvería y lanzaría desde su avión chicles suficientes para todos.
Uno de ellos, haciéndose entender en ingles como pudo, preguntó: “Y con tantos aviones volando, ¿cómo sabremos cuál es el tuyo?”
- “Moveré las alas” Contestó el piloto.
Gail Halvorsen, en 1948, preparando con pañuelos los pequeños paracaídas
Dicho y hecho. Regresó a su base, compró en la cafetería un puñado de chicles y caramelos, y pasó toda la noche atando pequeños paquetes a tres paracaídas que hizo con tres pañuelos.
Al día siguiente Gail sobrevoló aquel lugar, balanceó las alas de su avión y su copiloto lanzó los tres paracaídas caseros con las golosinas, que fueron recogidas por aquellos niños.
Durante tres semanas el avión de Gail repitió los lanzamientos. Tres pañuelos cada día... y cada vez había más niños esperando.
El piloto quería mantener el proyecto en secreto porque “era algo que se supone no se debe hacer”, pero un día el General William Tunner le llamó a su despacho y le enseñó un periódico berlinés con un extenso artículo sobre el lanzamiento de caramelos, donde aparecía una fotografía de su avión.
El General felicitó a Gail y aprobó la continuación del proyecto.
Se corrió la voz por todo EEUU, y Gail comenzó a recibir cajas y cajas de caramelos, chicles y dulces, muchos de ellos ya preparados con los paracaídas de pañuelos. La Asociación Estadounidense de Pasteleros también donó toneladas de caramelos para la causa.
Gail Halvorsen no podía ni imaginar que lo que comenzó con un puñado de golosinas y unos pañuelos suyos y de su tripulación, desembocaría en una espectacular operación que se denominó Operación “Little Vittles”, y en la que, al final del bloqueo, alrededor de 25 aviones llegaron a lanzar 23 toneladas de chocolate, chicles y caramelos en diversos lugares de Berlín Oeste.
Gail Halvorsen consiguió elevar la moral de aquellos niños durante ese tiempo de incertidumbre y privaciones.
Como un joven berlinés le dijo más tarde: "No era sólo chocolate. También era esperanza"
El bloqueo de Berlín concluyó el 30 de septiembre de 1949, al comprender las autoridades soviéticas que ni los ciudadanos de Berlín, ni las potencias occidentales, tenían intención de rendirse.
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Fuentes y más información:
He optado por no hacer un artículo demasiado extenso sobre esta peculiar y aleccionadora historia, aunque es cierto que se lo merece. Podéis encontrar abundante información en la red, aunque os recomiendo entre todas esta entrevista (en ingles) realizada en abril de 2009 por HistoryNet.com al piloto Gail Halvorsen, donde el propio protagonista relata mucho más detalladamente la historia de la operación, y que, si os ha interesado, no deberíais dejar de leer.
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Increíble, genial, fantástico....es de esas historias que querría leer todos los días.
ResponderEliminarGracias por compartirla con todos !!!! Muchas gracias : )
Saludos.
Una muestra más de que hay miles de historias humanas escondidas tras la violencia de las guerras.
ResponderEliminarNo he podido evitar soltar un par de lagrimillas de emoción leyendo esto. Es una alegría ver que, aunque cueste encontrarla a veces, aún queda humanidad en el mundo, hasta en los momentos más oscuros.
ResponderEliminarUfff me ha emocionado la historia.
ResponderEliminarGracias por compartirla con todos.
En su momento vi un documental en canal de historia creo que fue sobre el bombardero de los caramelos y si... es emocionante :D
ResponderEliminarUna historia muy bonita. Lástima que no pasen mas a menudo este tipo de cosas.
ResponderEliminarCuando uno cree que pocas cosas son capaces de sorprenderle... aparece el maestro Guillermo.
ResponderEliminarSensacional.
Un abrazo
Me ha encantado, una historia preciosa!
ResponderEliminarMe ha encantado esta historia.
ResponderEliminarMaravillosa y muy dulce.
Gracias por compartir!
Este tipo de historias son las que me hacen confiar aún en "ese buen ángel" que todos llevamos dentro, como decian en "American History X". Una historia conmovedora, gracias de corazón.
ResponderEliminarnunca de deberian de haber lanzado estas golosinas, chocolates, caramelos, etc,etc, por que nunca debria de haber existido la guerra. imaginais las caras de los niños ? preciosa la historia. gracias
ResponderEliminarEsta historia es una pasada de la que nunca había oído hablar, si no te importa, la voy a difundir en mi blog poniendo un link al tuyo claro.
ResponderEliminarSi no te parece bien me lo dices y no lo haré.
Gracias anticipadas.
Salud
muy agradecido estoy por que hayas compartido la historia con nosotros.
ResponderEliminarMe has alegrado el día. Qué historia tan maravillosa!! Mil gracias
ResponderEliminarPor cierto, yo también te enlazo; esta historia merece ser compartida. Gracias de nuevo Guillermo
ResponderEliminarMe gustó, y gracias por publicarlo
ResponderEliminarNo suelo dejar comentarios en los blosgs.
ResponderEliminarTampoco suelo llorar, pero desde la seguridad del comentario anónimo (si, seguridad relativa, ya lo sé) te diré que se me ha escapado alguna lagrimilla. Bonita historia. Gracias por contarla.
No conocía esta historia y te devuelve un poquito la fe en la humanidad, en un momento tan asqueroso como este.
ResponderEliminarSi vais al Museo de la Tecnología de Berlín, vereis uno de los aviones que colaboró en burlar el vuelo, concretamente un C-47.
ResponderEliminarGracias a todos por los comentarios. Saludos :)
ResponderEliminarUna lástima que a los niños de Dresde no les tiraran caramelos también.
ResponderEliminarEfectivamente. Y en el caso en cuestión, no hay que perder de vista que esos mismos adorables pilótos que ahora tiraban caramelos, poco antes eran criminales de guerra tirando bombas sobre POBLACION CIVIL, lo cual constituye uno de muchos crímenes impunes cometidos por los bondadosos aliados en su afán de "democratizar" Europa poniéndola bajo control de Stalin.
EliminarAhora yo me pregunto, ¿será que los padres de esos niños no podían darle caramelos a sus propios hijos, porque el bueno del tío Eisenhower los asesino en sus campos de exterminio?
Qué historia enternecedora que los mismos que mataron a sus padres y pusieron a esos niños en situación de hambre extrema, les regalen caramelitos.
Gracias por la historia, es un lindo aporte, es de esas lecturas que hace falta para renovar fuerzas para el dia y la vida. Saludos
ResponderEliminarEsta es una de esas historias que te emocionan porque te das cuenta que sí que hay gente buena en el mundo aunque en las noticias este tipo de historias no tengan lugar,una pena la verdad.Pero gracias a gente como tú nos llegan .Muchas gracias por compartirla.
ResponderEliminarLa unanimidad que trasmiten estos comentarios, nos sitùan por igual en un rango apreciable de la esencia humana.Y nada màs que por eso.Sentimiento solidario y dirìa hasta amoroso para con la mayor esperanza de la raza humana:los niños.
ResponderEliminarConozco una historia de unos judios que sobrevieron en un campo de concetracion por que un soldado aleman les llevaba viveres a escondidas y les consiguio tareas de servidumbre.
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